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Después vi en el cielo otro signo grande y admirable: siete Ángeles que llevaban las siete últimas plagas, con las cuales debía consumarse la ira de Dios. (Apocalipsis 15, 1)
También vi como un mar de cristal, mezclado de fuego. Los que habían vencido a la Bestia, a su imagen y la cifra de su nombre, estaban de pie sobre el mar, teniendo en sus manos grandes arpas, (Apocalipsis 15, 2)
El primer Ángel fue y derramó su copa sobre la tierra, provocando una llaga maligna y dolorosa en todos los hombres que llevaban la marca de la Bestia y adoraban su imagen. (Apocalipsis 16, 2)
El segundo derramó su copa sobre el mar: este se convirtió en sangre, como si se hubiera cometido un crimen, y perecieron todos los seres vivientes que había en el mar. (Apocalipsis 16, 3)
El cuarto Ángel derramó su copa sobre el sol, y se le permitió quemar a los hombres con fuego: (Apocalipsis 16, 8)
los hombres fueron abrasados por un calor ardiente, pero en lugar de arrepentirse y dar gloria a Dios, blasfemaron contra su Nombre, que tiene poder sobre estas plagas. (Apocalipsis 16, 9)
pero en lugar de arrepentirse de sus obras, blasfemaron contra el Dios del cielo, a causa de sus dolores y de sus llagas. (Apocalipsis 16, 11)
Cayeron del cielo sobre los hombres piedras de granizo que pesaban unos cuarenta kilos, y ellos blasfemaron contra Dios por esa terrible plaga. (Apocalipsis 16, 21)
La Bestia que has visto, existía y ya no existe, pero volverá a subir desde el Abismo para ir a su perdición. Y los habitantes de la tierra cuyos nombres no figuran en el Libro de la Vida desde la creación del mundo, quedarán maravillados cuando vean reaparecer a la Bestia, la que existía y ya no existe. (Apocalipsis 17, 8)
Los reyes de la tierra, que fornicaron con ella y compartieron su vida lujosa, al ver la humareda del incendio, llorarán y se lamentarán por ella, (Apocalipsis 18, 9)
objetos de oro y de plata; piedras preciosas, perlas, telas de lino y de púrpura, de seda y de escarlata; maderas aromáticas; objetos de marfil, de maderas finas, de bronce, de hierro y de mármol; (Apocalipsis 18, 12)
¡Y en una hora fue arrasada tanta riqueza!». Los capitanes, los que navegan por las costas, los marinos y todos los que viven del mar, se mantuvieron a distancia, (Apocalipsis 18, 17)