1. Salmo. Cántico para la dedicación de la Casa. De David.

2. Yo te ensalzo, Yahveh, porque me has levantado; no dejaste reírse de mí a mis enemigos.

3. Yahveh, Dios mío, clamé a ti y me sanaste.

4. Tú has sacado, Yahveh, mi alma del seol, me has recobrado de entre los que bajan a la fosa.

5. Salmodiad a Yahveh los que le amáis, alabad su memoria sagrada.

6. De un instante es su cólera, de toda una vida su favor; por la tarde visita de lágrimas, por la mañana gritos de alborozo.

7. Y yo en mi paz decía: «Jamás vacilaré.»

8. Yahveh, tu favor me afianzaba sobre fuertes montañas; mas retiras tu rostro y ya estoy conturbado.

9. A ti clamo, Yahveh, a mi Dios piedad imploro:

10. ¿Qué ganancia en mi sangre, en que baje a la fosa? ¿Puede alabarte el polvo, anunciar tu verdad?

11. ¡Escucha, Yahveh, y ten piedad de mí! ¡Sé tú, Yahveh, mi auxilio!

12. Has trocado mi lamento en una danza, me has quitado el sayal y me has ceñido de alegría;

13. mi corazón por eso te salmodiará sin tregua; Yahveh, Dios mío, te alabaré por siempre.





“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina