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  • Cada uno de los que sean empadronados pagará medio siclo, según el peso del templo (es decir, un siclo de veinte óbolos). Este medio siclo será la ofrenda para Yavé. (Exodo 30, 13)

  • todos aquellos a quienes su corazón movía, hombres de corazón generoso, vinieron a dejar su ofrenda para Yavé, para la construcción de la Tienda de las Citas, para todo su servicio y para las vestiduras sagradas. (Exodo 35, 21)

  • Por eso, todos los artesanos que trabajaban en la construcción del Santuario, además de su propio trabajo, (Exodo 36, 4)

  • fueron a decir a Moisés: «El pueblo entrega más de lo que se necesita para la construcción de las obras que Yavé ha mandado hacer.» (Exodo 36, 5)

  • «Es nuestro hermano.» Le dieron, pues, setenta monedas de plata del templo de Baal-Berit, con las que Abimelec contrató a hombres malvados y aventureros que marcharon con él. (Jueces 9, 4)

  • Un día salieron éstos al campo a vendimiar sus viñas, pisaron las uvas, hicieron fiestas y entraron en el templo de su dios, donde comieron y bebieron, y maldijeron a Abimelec. (Jueces 9, 27)

  • Al saberlo, los habitantes de la torre de Siquem se metieron en el subterráneo del templo de El-Berit. (Jueces 9, 46)

  • Verán a sus rivales bendiciendo a Israel desde el Templo, y ellos no llegarán a ancianos. (1 Samuel 2, 32)

  • Aún no estaba apagada la lámpara de Dios, y Samuel estaba acostado en el Templo de Yavé, donde se encontraba el Arca de Dios. (1 Samuel 3, 3)

  • Allí la pusieron en el templo de Dagón, colocándola junto al ídolo de Dagón. (1 Samuel 5, 2)

  • Por eso, hasta el día de hoy los que entran en su templo en Asdod, no pisan el umbral del templo. (1 Samuel 5, 5)

  • Colocaron las armas de Saúl en el templo de Astarté y colgaron su cuerpo en el muro de Betsán. (1 Samuel 31, 10)


“Que Maria sempre enfeite sua alma com as flores e o perfume de novas virtudes e coloque a mão materna sobre sua cabeça. Fique sempre e cada vez mais perto de nossa Mãe celeste, pois ela é o mar que deve ser atravessado para se atingir as praias do esplendor eterno no reino do amanhecer.” São Padre Pio de Pietrelcina