Talált 84 Eredmények: caldeos
Pero las tropas de los caldeos salieron en su persecución y alcanzaron a Sedecías en las estepas de Jericó. Lo prendieron y lo llevaron a Ribla, en el país de Jamot, ante Nabucodonosor, rey de Babilonia, el cual le anunció sus decisiones. (Jeremías 39, 5)
Los caldeos prendieron fuego al palacio real y a las casas del pueblo, y derruyeron los muros de Jerusalén. (Jeremías 39, 8)
Godolías, hijo de Ajicán, hijo de Safán, les juró a ellos y a su gente: "No temáis estar sometidos a los caldeos. Quedaos en el país, sujetos al rey de Babilonia, y os irá bien. (Jeremías 40, 9)
Mirad, yo por mí me quedo en Mispá como representante del país ante los caldeos que vengan a nosotros. Vosotros recoged la uva, los frutos y el aceite, llenad vuestras tinajas y habitad en las ciudades que vais a ocupar". (Jeremías 40, 10)
Ismael mató asimismo a todos los judíos que estaban comiendo con Godolías, y a los caldeos -eran hombres de guerra- que se encontraban allí. (Jeremías 41, 3)
y alejarse de los caldeos, a quienes temían, porque Ismael, hijo de Netanías, había matado a Godolías, hijo de Ajicán, puesto por el rey de Babilonia al frente del país. (Jeremías 41, 18)
sino Baruc, hijo de Nerías, que te incita contra nosotros con el fin de entregarnos en manos de los caldeos para que nos maten o nos deporten a Babilonia". (Jeremías 43, 3)
Palabra pronunciada por el Señor sobre Babilonia y sobre el país de los caldeos por boca del profeta Jeremías. (Jeremías 50, 1)
Huid de Babilonia, salid del país de los caldeos, sed como machos cabríos a la cabeza del rebaño. (Jeremías 50, 8)
El Señor ha abierto su arsenal y ha sacado las armas de su cólera, pues el Señor Dios todopoderoso va a actuar en el país de los caldeos. (Jeremías 50, 25)
¡Espada contra los caldeos -dice el Señor-, contra los habitantes de Babilonia, contra sus jefes y sus sabios! (Jeremías 50, 35)
Escuchad, pues, la decisión que ha tomado el Señor contra Babilonia y sus proyectos contra el país de los caldeos: Sí, serán arrastrados cual débiles ovejas, y ante ellos sus praderas temblarán de espanto. (Jeremías 50, 45)