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  • Pero la paloma no pudo encontrar un lugar donde apoyarse, y regresó al arca porque el agua aún cubría toda la tierra. Noé extendió su mano, la tomó y la introdujo con él en el arca. (Génesis 8, 9)

  • Esta regresó al atardecer, trayendo en su pico una rama verde de olivo. Así supo Noé que las aguas habían terminado de bajar. (Génesis 8, 11)

  • Entonces hubo hambre en aquella región, y Abrám bajó a Egipto para establecerse allí por un tiempo, porque el hambre acosaba al país. (Génesis 12, 10)

  • Cuando estaba por llegar a Egipto, dijo a Sarai, su mujer: "Yo sé que eres una mujer hermosa. (Génesis 12, 11)

  • Cuando Abrám llegó a Egipto, los egipcios vieron que su mujer era muy hermosa, (Génesis 12, 14)

  • Desde Egipto, Abrám subió al Négueb, llevando consigo a su esposa y todos sus bienes. También Lot iba con él. (Génesis 13, 1)

  • Lot dirigió una mirada a su alrededor, y vio que toda la región baja del Jordán, hasta llegar a Soar, estaba tan bien regada como el Jardín del Señor o como la tierra de Egipto. Esto era antes que el Señor destruyera a Sodoma y Gomorra. (Génesis 13, 10)

  • Apenas terminó de hablar con él, el Señor se fue, y Abraham regresó a su casa. (Génesis 18, 33)

  • A la madrugada del día siguiente, Abraham regresó al lugar donde había estado en la presencia del Señor. (Génesis 19, 27)

  • Después de concluida la alianza, Abimélec partió junto con Picol, el jefe de su ejército, y regresó al país de los filisteos. (Génesis 21, 32)

  • Abraham regresó a donde estaban sus servidores. Todos juntos se fueron a Berseba, y Abraham residió allí. (Génesis 22, 19)

  • Sus descendientes habitaron desde Javilá de Sur, que está cerca de Egipto, hasta Asur. Y cada uno de ellos realizó incursiones contra todos sus hermanos. (Génesis 25, 18)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina