Talált 117 Eredmények: sábado

  • Así que yo reprendí a los jefes de Judá, diciéndoles: «Hacen muy mal al no respetar el día sábado. (Nehemías 13, 17)

  • Así que ordené que cuando la sombra cubriera las puertas de Jerusalén, la víspera del sábado, se cerraran las puertas y no se abrieran hasta después del sábado. Puse, además, junto a las puertas a algunos de mis hombres para que no entrara carga alguna en día sábado. (Nehemías 13, 19)

  • pero yo les avisé diciéndoles: «¿Por qué pasan la noche junto a la muralla? Si vuelven a hacerlo, los haré apresar.» Desde entonces no volvieron más en día sábado. (Nehemías 13, 21)

  • Ordené también a los levitas purificarse y venir a guardar las puertas, para santificar el sábado. También por esto, acuérdate de mí, Dios mío, y ¡ten piedad de mí según tu gran misericordia! (Nehemías 13, 22)

  • Todas las naciones paganas acataron el decreto del rey y, en Israel mismo, muchos aceptaron este culto. Sacrificaron a los ídolos y ya no respetaron el Sábado. (1 Macabeos 1, 43)

  • Era el día sábado. Les hablaron así: «¡Basta ya! Salgan y obedezcan la orden del rey, si quieren salvar sus vidas.» (1 Macabeos 2, 33)

  • Ellos respondieron: «No saldremos y no obedeceremos la orden del rey de violar el día sábado.» (1 Macabeos 2, 34)

  • «Moriremos -decían-, pero el cielo y la tierra recordarán que fuimos asesinados.» La gente del rey los atacó aquel sábado y murieron todos: (1 Macabeos 2, 37)

  • Aquel día resolvieron defenderse contra quien los atacara en día sábado, y no dejar que los asesinaran, como había pasado con sus hermanos en aquellos refugios. (1 Macabeos 2, 41)

  • Báquides lo supo en día sábado, y él con todo su ejército atravesaron el Jordán. (1 Macabeos 9, 34)

  • Volvamos a Báquides, el cual se presentó con un poderoso ejército, en un día sábado, a la orilla del Jordán. (1 Macabeos 9, 43)

  • Llegando a Jerusalén, simulando paz, esperó hasta el día sagrado del sábado. Entonces sorprendió a los judíos en su descanso. Ordenó a sus ayudantes que hicieran un desfile militar, (2 Macabeos 5, 25)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina