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  • Tú me hiciste escapar de las sediciones de los pueblos, a la cabeza de las naciones me pusiste. Un pueblo que yo no conocía ahora me sirve; (II Samuel 22, 44)

  • el Dios que me concede la venganza y sojuzga a los pueblos a mis pies. (II Samuel 22, 48)

  • Por eso venían de todos los pueblos a escuchar su sabiduría, y de parte de todos los reyes de la tierra que habían tenido noticia de su sabiduría. (I Reyes 5, 14)

  • escúchale tú en el cielo, lugar de tu morada, y haz todo lo que ese extranjero te haya pedido, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre, te teman, como tu pueblo Israel, y reconozcan que tu nombre es invocado en este templo que he construido. (I Reyes 8, 43)

  • pues tú los separaste como heredad tuya de entre todos los pueblos de la tierra, conforme a lo que dijiste por medio de Moisés, tu siervo, cuando sacaste a nuestros padres de Egipto, ¡oh Señor, Señor!". (I Reyes 8, 53)

  • para que reconozcan todos los pueblos de la tierra que el Señor es Dios y que fuera de él no hay otro. (I Reyes 8, 60)

  • exterminaré a Israel de la tierra que les he dado y retiraré de mi presencia el templo que he consagrado a mi nombre, e Israel será irrisión y burla de todos los pueblos. (I Reyes 9, 7)

  • ¿Los han librado acaso los dioses de aquellos pueblos, que mis padres han destruido, como Gozán, Jarán, Résef y los habitantes de Edén, que estaban en Telasar? (II Reyes 19, 12)

  • Es cierto, ¡oh Señor!, los reyes de Asiria han desolado los pueblos y sus tierras; (II Reyes 19, 17)

  • Los guesureos y los arameos les conquistaron los poblados de Yaír y Quenat con sus aldeas: sesenta pueblos. Todos estos eran hijos de Maquir, padre de Galaad. (I Crónicas 2, 23)

  • Y todos los pueblos de sus términos hasta Baal. Éstos fueron los lugares que habitaron y sus genealogías. (I Crónicas 4, 33)

  • La fama de David se extendió por toda la región, y el Señor hizo que todos los pueblos le tuvieran miedo. (I Crónicas 14, 17)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina