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Temblor y espanto les asaltan; por la fuerza de tu brazo enmudecen como piedra. Hasta que tu pueblo, oh Señor, haya pasado; hasta que haya pasado este pueblo que adquiriste. (Exodo 15, 16)
Como se le cansaban los brazos a Moisés, tomaron una piedra y se la pusieron debajo. Él se sentó encima, y Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. De este modo los brazos de Moisés se sostuvieron en alto hasta la puesta del sol. (Exodo 17, 12)
Si riñen dos hombres y uno hiere al otro con una piedra o con el puño, y éste no muere pero debe guardar cama, (Exodo 21, 18)
El Señor dijo a Moisés: "Sube a la montaña y estate allí. Yo te daré unas tablas de piedra con la ley y los mandamientos que he escrito para instruirlos". (Exodo 24, 12)
Cuando el Señor terminó de hablar a Moisés en la montaña del Sinaí, le dio las dos tablas de la ley, tablas de piedra, escritas por el dedo de Dios. (Exodo 31, 18)
El Señor dijo a Moisés: "Prepárate dos tablas de piedra, como las primeras que tú rompiste; voy a escribir en ellas las palabras de las otras. (Exodo 34, 1)
Moisés se hizo con dos tablas como las primeras, se levantó de madrugada y subió a la montaña del Sinaí, como se lo había mandado el Señor, llevando consigo las dos tablas de piedra. (Exodo 34, 4)
Cuando hayáis pasado el Jordán hacia la tierra de Canaán, echaréis lejos de vosotros a todos los habitantes de la tierra, destruiréis todas sus estatuas de piedra e imágenes de metal fundido y destruiréis todas sus colinas sagradas. (Números 33, 52)
Si lo hirió con una piedra capaz de causar la muerte, y la muerte se sigue, es homicida, y el homicida será castigado con la muerte. (Números 35, 17)
si le tira una piedra capaz de producirle la muerte, sin verlo, y la muerte se sigue, sin que fuera su enemigo ni quisiera hacerle daño alguno, (Números 35, 23)
El Señor os promulgó su alianza y os mandó ponerla en práctica; eran los diez mandamientos que escribió sobre dos tablas de piedra. (Deuteronomio 4, 13)
Allí serviréis a sus dioses, hechos por mano de hombre, de madera y de piedra, incapaces de ver y entender, de comer y sentir. (Deuteronomio 4, 28)