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El rey y Yehoyadá se lo daban a los encargados de las obras del servicio de la Casa de Yahveh, y éstos tomaban a sueldo canteros y carpinteros para restaurar la Casa de Yahveh, y también a los que trabajaban en hierro y bronce, para reparar la Casa de Yahveh. (II Crónicas 24, 12)
Ezequías restableció las clases de los sacerdotes y de los levitas, cada uno en su sección, según su servicio, ya fuera sacerdote, ya levita, ya se tratara de holocaustos y sacrificios de comunión, ya de servicio litúrgico, acción de gracias o himnos, en las puertas del campamento de Yahveh. (II Crónicas 31, 2)
Todas las obras que emprendió en servicio de la Casa de Dios, la Ley y los mandamientos, las hizo buscando a su Dios con todo su corazón y tuvo éxito. (II Crónicas 31, 21)
Restableció a los sacerdotes en sus ministerios y los animó al servicio de la Casa de Yahveh. (II Crónicas 35, 2)
Preparado así el servicio, ocuparon los sacerdotes sus puestos, lo mismo que los levitas, según sus clases, conforme al mandato del rey. (II Crónicas 35, 10)
También los cantores, hijos de Asaf, estaban en su puesto, conforme a lo dispuesto por David, Asaf, Hemán y Yedutún, vidente del rey; lo mismo los porteros, cada uno en su puerta. No tenían necesidad de retirarse de su servicio, porque sus hermanos, los levitas, se lo preparaban todo. (II Crónicas 35, 15)
De esta manera se organizó aquel día todo el servicio de Yahveh para celebrar la Pascua y ofrecer los holocaustos sobre el altar de Yahveh, según la orden del rey Josías. (II Crónicas 35, 16)
Luego establecieron a los sacerdotes según sus categorías, y a los levitas según sus clases, para el servicio de la Casa de Dios en Jerusalén, según está escrito en el libro de Moisés. (Esdras 6, 18)
Los utensilios que se te entregan para el servicio de la Casa de tu Dios, deposítalos delante de tu Dios en Jerusalén. (Esdras 7, 19)
Y de los donados que David y los jefes habían destinado al servicio de los levitas: 220 donados. Todos ellos fueron designados nominalmente. (Esdras 8, 20)
Junto a él repararon los de Técoa, pero sus notables se negaron a poner su cuello al servicio de sus señores. (Nehemías 3, 5)
Nos imponemos como obligación: Dar un tercio de siclo al año para el servicio de la Casa de nuestro Dios: (Nehemías 10, 33)