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  • "Nuestro padre, tu servidor, vive todavía y goza de buena salud", le respondieron; e inclinándose, se postraron. (Génesis 43, 28)

  • Luego les dijo: "Si escuchas realmente la voz del Señor, tu Dios, y practicas lo que es recto a sus ojos, si prestas atención a sus mandamientos y observas todos sus preceptos, no te infligiré ninguna de las enfermedades que envié contra Egipto, porque yo, el Señor, soy el que te da la salud". (Exodo 15, 26)

  • Miren bien que yo, sólo yo soy, y no hay otro dios junto a mí. Yo doy la muerte y la vida, yo hiero y doy la salud, y no hay nadie que libre de mi mano. (Deuteronomio 32, 39)

  • Díganle: ‘¡Salud! ¡Paz para ti, paz para tu casa y para todos tus bienes! (I Samuel 25, 6)

  • Tobit le dijo: "¡Bienvenido, hermano, y salud! No tomes a mal que haya querido conocer la verdad acerca de tu familia. Por lo visto, eres un hermano de respetable y noble origen. Conozco a Ananías y a Natán, los dos hijos de Semeías el Grande. Ellos me acompañaban a Jerusalén; allí adoraban junto conmigo, y nunca se apartaron del buen camino. Tus hermanos son hombres de bien y tú eres de buena estirpe. ¡Sé bienvenido!". (Tobías 5, 14)

  • Cuando llegaron a Ecbátana, Tobías dijo: "Hermano Azarías, llévame directamente a la casa de nuestro hermano Ragüel". El ángel lo llevó y encontraron a Ragüel sentado a la puerta del patio. Ellos lo saludaron primero, y él les respondió: "¡Salud, hermanos, sean bienvenidos!". Y los hizo pasar a su casa. (Tobías 7, 1)

  • Así los hizo partir contentos. Al despedirse de Tobías, le dijo: "¡Salud, hijo mío, y buen viaje! ¡Que el Señor del Cielo los guíe, a ti y a tu esposa Sara, y que yo pueda ver a sus hijos antes de morir!". (Tobías 10, 11)

  • "El Gran Rey Artajerjes a los gobernadores de provincia de las ciento veintisiete regiones, desde la India hasta Etiopía, a los que se preocupan de nuestros intereses, ¡salud! (Ester 16, 2)

  • El Señor lo sostendrá en su lecho de dolor y le devolverá la salud. (Salmos 41, 4)

  • Como sus dolores no se calmaban de ninguna forma, porque el justo juicio de Dios se había abatido sobre él, y desesperando de su salud, escribió a los judíos, en tono de súplica, la carta que se transcribe a continuación: (II Macabeos 9, 18)

  • "Antíoco, rey y general, saluda a los judíos, ciudadanos respetables, deseándoles felicidad, salud y prosperidad. (II Macabeos 9, 19)

  • No es que desespere de mi salud: al contrario, tengo mucha confianza de que podré recuperarme de mi enfermedad. (II Macabeos 9, 22)


“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina