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Al ver el diablo que había agotado todas las formas de tentación, se alejó de Jesús, a la espera de otra oportunidad. (Evangelio según San Lucas 4, 13)
Los que están a lo largo del camino son los que han escuchado la palabra, pero después viene el diablo y la arranca de su corazón, pues no quiere que crean y se salven. (Evangelio según San Lucas 8, 12)
Jesús les dijo: «¿No los elegí yo a ustedes, a los Doce? Y sin embargo uno de ustedes es un diablo.» (Evangelio según San Juan 6, 70)
Ustedes tienen por padre al diablo y quieren realizar los malos deseos de su padre. Ha sido un asesino desde el principio, porque la verdad no está en él, y no se ha mantenido en la verdad. Lo que le ocurre decir es mentira, porque es un mentiroso y padre de toda mentira. (Evangelio según San Juan 8, 44)
Estaban comiendo la cena y el diablo ya había depositado en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle. (Evangelio según San Juan 13, 2)
Jesús de Nazaret fue consagrado por Dios, que le dio Espíritu Santo y poder. Y como Dios estaba con él, pasó haciendo el bien y sanando a los oprimidos por el diablo. (Hecho de los Apóstoles 10, 38)
y le dijo: «Tú, hijo del diablo, enemigo de todo bien, eres un sinvergüenza y no haces más que engañar. ¿Cuándo terminarás de torcer los rectos caminos del Señor? (Hecho de los Apóstoles 13, 10)
Lleven con ustedes todas las armas de Dios, para que puedan resistir las maniobras del diablo. (Carta a los Efesios 6, 11)
No se debe escoger a un recién convertido, no sea que el cargo se le suba a la cabeza y el diablo lo haga caer. (1º Carta a Timoteo 3, 6)
Es necesario también que goce de buena fama ante los que no pertenecen a la Iglesia, para que no hablen mal de él y caiga en las redes del diablo. (1º Carta a Timoteo 3, 7)
liberándose de los lazos del diablo que los tiene sometidos a su voluntad. (2º Carta a Timoteo 2, 26)
Puesto que esos hijos son de carne y sangre, Jesús también experimentó esta misma condición y, al morir, le quitó su poder al que reinaba por medio de la muerte, es decir, al diablo. (Carta a los Hebreos 2, 14)