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El rey David dijo a toda la asamblea: "Mi hijo Salomón, el único elegido por Dios, es todavía joven e inexperto, y la obra es grande, pues la casa no es para los hombres, sino para el Señor Dios. (I Crónicas 29, 1)
oro y plata para los diversos objetos y para la obra de orfebrería. Y ahora, ¿quién quiere hacer donativos voluntarios para el Señor?". (I Crónicas 29, 5)
Así se llevó a cabo toda la obra de Salomón, desde el día que se pusieron los cimientos del templo del Señor hasta su terminación. (II Crónicas 8, 16)
Para los asuntos religiosos, ahí tenéis a Amarías, el sacerdote jefe; y para los asuntos civiles, a Zebadías, hijo de Ismael, jefe de la casa de Judá. Y como secretarios, tenéis a los levitas. Ánimo y manos a la obra; el Señor estará siempre con el bueno". (II Crónicas 19, 11)
Eliezer, hijo de Dodayas de Maresá, profetizó contra Josafat: "Por haberte aliado con Ocozías, el Señor destruirá tu obra". Las naves se destrozaron y no pudieron partir para Tarsis. (II Crónicas 20, 37)
Comenzaron la obra de purificación el día primero del primer mes, y el día octavo llegaron ya al vestíbulo del Señor. Emplearon otros ocho días en la purificación del templo: la obra quedó concluida el día dieciséis del primer mes. (II Crónicas 29, 17)
Ésta es la obra de Ezequías en todo Judá; hizo lo que es bueno, recto y fiel a los ojos del Señor, su Dios. (II Crónicas 31, 20)
estaban al frente de los acarreadores y de todos los que trabajaban en la obra. Algunos levitas eran cronistas, inspectores y porteros. (II Crónicas 34, 13)
Con arreglo a sus posibilidades, entregaron al tesoro de la obra sesenta y un mil dracmas de oro, cinco mil minas de plata y cien túnicas sacerdotales. (Esdras 2, 69)
El mes segundo del año segundo de su llegada al templo de Dios en Jerusalén, Zorobabel, hijo de Sealtiel; Josué, hijo de Yosadac, con el resto de sus hermanos, sacerdotes y levitas, y todos los que habían vuelto del destierro a Jerusalén, pusieron manos a la obra y encargaron a los levitas de veinte años para arriba la dirección de los trabajos del templo del Señor. (Esdras 3, 8)
Pero los ojos de su Dios velaban sobre los dirigentes judíos, y no les obligaron a parar la obra hasta que se mandara un informe a Darío y se recibiera su respuesta. (Esdras 5, 5)
Sepa el rey que nosotros hemos ido a la provincia de Judá, al templo del gran Dios, que se está reconstruyendo con piedras de sillería; ahora están recubriendo de madera las paredes. La obra se va haciendo con esmero y a buen ritmo. (Esdras 5, 8)