Trouvé 21 Résultats pour: mercaderes

  • Al pasar los mercaderes madianitas, ellos sacaron a José de la cisterna. Vendieron a José a los ismaelitas por veinte monedas de plata, y éstos se lo llevaron a Egipto. (Génesis 37, 28)

  • sin contar el procedente del tráfico de los comerciantes y de los mercaderes ambulantes, de todos los reyes de Arabia y de los gobernadores del país. (I Reyes 10, 15)

  • La importación de caballos destinados a Salomón procedía de Musur y Cilicia, donde los mercaderes del rey los compraban al contado. (I Reyes 10, 28)

  • Un carro por seiscientas monedas de plata, y un caballo por ciento cincuenta. Por el mismo precio los mercaderes se lo vendían también a los reyes hititas y sirios. (I Reyes 10, 29)

  • Los caballos para Salomón venían de Musur y de Cilicia, donde los mercaderes del rey los compraban al contado. (II Crónicas 1, 16)

  • Un carro por 600 monedas de plata y un caballo por 150. Por el mismo precio los mercaderes se los vendían también a los reyes hititas y sirios. (II Crónicas 1, 17)

  • sin contar el procedente del tráfico de los comerciantes y de los mercaderes, de todos los reyes de Arabia y de los gobernantes del país, los cuales pagaban al rey Salomón tributos de oro y plata. (II Crónicas 9, 14)

  • Sin embargo, todavía una o dos veces pasaron la noche fuera de Jerusalén los mercaderes y vendedores de toda clase de mercancías. (Nehemías 13, 20)

  • Los mercaderes del país, al conocer su llegada, se presentaron en el campamento con mucha plata, oro y criados para comprar como esclavos a los israelitas. Se le unieron también fuertes contingentes de Idumea y del territorio de los filisteos. (I Macabeos 3, 41)

  • Teje telas de lino y las vende, y procura cinturones a los mercaderes. (Proverbios 31, 24)

  • Enmudeced, habitantes de la costa, mercaderes de Sidón, que con su carga surcaban el mar (Isaías 23, 2)

  • ¿Quién ha decretado esto contra Tiro, la coronada, cuyos comerciantes eran príncipes, y sus mercaderes, grandes de la tierra? (Isaías 23, 8)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina