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Jeremías dijo a Serayas: "Cuando llegues a Babilonia, cuida de leer todas estas palabras. (Jeremías 51, 61)
diciendo: ¡Así se hundirá Babilonia para no volver a resurgir de la desgracia que yo haré caer sobre ella!". Hasta aquí las palabras de Jeremías. (Jeremías 51, 64)
Lo que sucedió en Jerusalén y Judá fue a causa de la ira del Señor, hasta llegar a rechazarla de su presencia. Sedecías se rebeló contra el rey de Babilonia. (Jeremías 52, 3)
Y en el año noveno de su reinado, el día diez del décimo mes, Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó con todo su ejército contra Jerusalén. Acampó junto a ella y levantó alrededor un terraplén de asedio. (Jeremías 52, 4)
Prendieron al rey, lo llevaron a Ribla, en la región de Jamat, ante el rey de Babilonia, el cual pronunció la sentencia contra él. (Jeremías 52, 9)
El rey de Babilonia mandó degollar a los hijos de Sedecías, ante sus propios ojos; asimismo degolló en Ribla a todos los dignatarios de Judá. (Jeremías 52, 10)
Luego sacó los ojos a Sedecías y lo aherrojó con una doble cadena de bronce; finalmente, el rey de Babilonia lo llevó a Babilonia y lo metió en la cárcel, donde estuvo hasta el día de su muerte. (Jeremías 52, 11)
El día diez del quinto mes -era el año diecinueve de Nabucodonosor, rey de Babilonia-, llegó a Jerusalén Nebuzardán, jefe de la escolta y del servicio personal del rey de Babilonia, (Jeremías 52, 12)
Nebuzardán, jefe de la escolta, deportó al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia y a todos los artesanos que quedaban. (Jeremías 52, 15)
Los caldeos hicieron pedazos las columnas de bronce del templo del Señor, así como las basas y la gran pila de bronce que había en el templo del Señor, y se llevaron todo el bronce a Babilonia. (Jeremías 52, 17)
Nebuzardán, jefe de la escolta, los hizo prisioneros y los llevó a Ribla ante el rey de Babilonia. (Jeremías 52, 26)
Y el rey de Babilonia los mató en Ribla, en la región de Jamat. Así fue deportado Judá lejos de su tierra. (Jeremías 52, 27)