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Habla y di: Así habla el Señor: Aquí estoy contra ti, Faraón, rey de Egipto, enorme dragón recostado en el cauce de sus Nilos, que dices: "El Nilo me pertenece, yo mismo me lo hice". (Ezequiel 29, 3)
Entonces todos los habitantes de Egipto sabrán que yo soy el Señor. Porque tú has sido un apoyo de caña para la casa de Israel: (Ezequiel 29, 6)
La tierra de Egipto será una desolación y una ruina, y ellos sabrán que yo soy el Señor. Por haber dicho: "El Nilo me pertenece, yo mismo me lo hice", (Ezequiel 29, 9)
por eso, aquí estoy contra ti y contra tus Nilos. Dejaré a la tierra de Egipto desolada y en ruinas, desde Migdol hasta Siene, y hasta la frontera de Cus. (Ezequiel 29, 10)
Yo haré de la tierra de Egipto la más desolada entre las tierras desoladas, y sus ciudades serán una desolación entre las ciudades en ruinas, durante cuarenta años. Dispersaré a los egipcios entre las naciones y los diseminaré por los países. (Ezequiel 29, 12)
Cambiaré la suerte de Egipto y los haré volver a la tierra de Patrós, su país de origen. Allí serán un reino humilde, (Ezequiel 29, 14)
el más humilde de los reinos, y Egipto ya no se levantará por encima de las naciones. Yo mismo lo haré pequeño, para que no pueda dominar a las naciones. (Ezequiel 29, 15)
Por eso, así habla el Señor: Voy a entregar la tierra de Egipto al rey de Babilonia. Él se llevará sus riquezas, saqueará sus despojos y se apoderará del botín, que servirá de recompensa para su ejército. (Ezequiel 29, 19)
En retribución por el esfuerzo realizado contra Tiro, yo le entrego la tierra de Egipto, porque ellos trabajaron para mí -oráculo del Señor-. (Ezequiel 29, 20)
La espada penetrará en Egipto, Cus se retorcerá de espanto, cuando caigan las víctimas en Egipto, cuando sean arrebatadas sus riquezas y derruidos sus cimientos. (Ezequiel 30, 4)
Así habla el Señor: Caerán los que sostienen a Egipto, se derrumbará su arrogante poderío: desde Migdol hasta Siene, todos caerán bajo la espada -oráculo del Señor-. (Ezequiel 30, 6)
cuando prenda fuego a Egipto y sean destrozados todos los que lo apoyan. (Ezequiel 30, 8)