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Porque la maldad es miedosa: se condena a sí misma. Perseguida por su conciencia, espera siempre lo peor. (Sabiduría 17, 10)
Los otros, los pecadores, habían sido advertidos por violentas tormentas, antes que cayeran sobre ellos los castigos. Fueron castigados con toda justicia por su propia maldad, porque habían mostrado un odio terrible hacia los extranjeros. (Sabiduría 19, 13)
No te fíes nunca de tu enemigo: su maldad permanece igual como el bronce bajo el óxido. (Sirácides (Eclesiástico) 12, 10)
No hay nadie más malo que el que es malo consigo mismo: su maldad se vuelve contra él. (Sirácides (Eclesiástico) 14, 6)
Si hace el bien será por casualidad, pero al final reaparecerá su maldad. (Sirácides (Eclesiástico) 14, 7)
Toda maldad es una espada de doble filo, cuyas heridas son incurables. (Sirácides (Eclesiástico) 21, 3)
¡Cualquier herida, menos la del corazón! ¡Cualquier maldad, pero que no provenga de una mujer! (Sirácides (Eclesiástico) 25, 13)
La maldad de la mujer le desfigura el rostro, éste se torna más sombrío que él de un oso. (Sirácides (Eclesiástico) 25, 17)
Cualquier maldad es poca cosa al lado de la maldad de una mujer: ¡ojalá que caiga sobre ella el castigo de los pecadores! (Sirácides (Eclesiástico) 25, 19)
Mucha gente se niega a prestar, no por maldad sino por miedo a que los despojen sin motivo. (Sirácides (Eclesiástico) 29, 7)
Ponlo a trabajar, que no se quede ocioso, porque la ociosidad enseña la maldad. (Sirácides (Eclesiástico) 33, 28)
Desgraciados de aquellos que arrastran su maldad con la cuerda de sus engaños, y arrastran el pecado como los tiros de un carro. (Isaías 5, 18)