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Suban ustedes a la fiesta; yo no voy a esta fiesta, porque mi tiempo aún no ha llegado.» (Evangelio según San Juan 7, 8)
Solamente después que sus hermanos fueron a la fiesta subió él también, pero sin decirlo y como en secreto. (Evangelio según San Juan 7, 10)
Los judíos lo estaban buscando durante la fiesta y preguntaban: «¿Dónde está ése?» (Evangelio según San Juan 7, 11)
Hacia la mitad de la semana de la fiesta, Jesús subió al Templo y se puso a enseñar. (Evangelio según San Juan 7, 14)
El último día de la fiesta, que era el más solemne, Jesús, puesto en pie, exclamó con voz potente: «El que tenga sed, que venga a mí, y que beba (Evangelio según San Juan 7, 37)
Era invierno y en Jerusalén se celebraba la fiesta de la Dedicación del Templo. (Evangelio según San Juan 10, 22)
Buscaban a Jesús y se decían unos a otros en el Templo: «¿Qué les parece? ¿Vendrá a la fiesta?» (Evangelio según San Juan 11, 56)
Al día siguiente, muchos de los que habían llegado para la fiesta se enteraron de que Jesús también venía a Jerusalén. (Evangelio según San Juan 12, 12)
También un cierto número de griegos, de los que adoran a Dios, habían subido a Jerusalén para la fiesta. (Evangelio según San Juan 12, 20)
Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que le había llegado la hora de salir de este mundo para ir al Padre, como había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el extremo. (Evangelio según San Juan 13, 1)
Como Judas tenía la bolsa común, algunos creyeron que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta.», o bien: «da algo a los pobres.» (Evangelio según San Juan 13, 29)
y, al ver que esto agradaba a los judíos, mandó detener también a Pedro: eran precisamente los días de la fiesta de los Panes Azimos. (Hecho de los Apóstoles 12, 3)