Löydetty 345 Tulokset: prueba de las aguas amargas

  • Así pasaron siete días después que el Señor golpeó las aguas del Nilo. (Exodo 7, 25)

  • Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y las ranas subieron hasta cubrir el país. (Exodo 8, 2)

  • Y esa misma noche comerán la carne asada al fuego, con panes sin levadura y verduras amargas. (Exodo 12, 8)

  • Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo retroceder el mar con un fuerte viento del este, que sopló toda la noche y transformó el mar en tierra seca. Las aguas se abrieron, (Exodo 14, 21)

  • y los israelitas entraron a pie en el cauce del mar, mientras las aguas formaban una muralla a derecha e izquierda. (Exodo 14, 22)

  • El Señor dijo a Moisés: "Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas se vuelvan contra los egipcios, sus carros y sus guerreros". (Exodo 14, 26)

  • Moisés extendió su mano sobre el mar y, al amanecer, el mar volvió a su cauce. Los egipcios ya habían emprendido la huida, pero se encontraron con las aguas, y el Señor los hundió en el mar. (Exodo 14, 27)

  • Las aguas envolvieron totalmente a los carros y a los guerreros de todo el ejército del Faraón que habían entrado en medio del mar para perseguir a los israelitas. Ni uno solo se salvó. (Exodo 14, 28)

  • Los israelitas, en cambio, fueron caminando por el cauce seco del mar, mientras las aguas formaban una muralla, a derecha e izquierda. (Exodo 14, 29)

  • Al soplo de tu ira se agolparon las aguas, las olas se levantaron como un dique, se hicieron compactos los abismos del mar. (Exodo 15, 8)

  • Tú soplaste con tu aliento, y el mar los envolvió; se hundieron como plomo en las aguas formidables. (Exodo 15, 10)

  • Cuando la caballería del Faraón, con sus carros y sus guerreros, entró en medio del mar, el Señor hizo que las aguas se volvieran contra ellos; los israelitas, en cambio, cruzaron el mar como si fuera tierra firme. (Exodo 15, 19)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina