Löydetty 2152 Tulokset: Ungido del Señor

  • El sacerdote ungido llevará parte de la sangre a la Tienda de las Citas; (Levítico 4, 16)

  • Uno de los hijos del sacerdote que ha sido ungido podrá ofrecerla en su lugar. Esta ofrenda será quemada entera en el altar: esto será un rito perpetuo. (Levítico 6, 15)

  • El sacerdote al que hayan ungido y consagrado para ser sacerdote en lugar de su padre, hará la expiación. Se vestirá con las vestiduras de lino, las vestiduras sagradas, y hará el rito de expiación por el Santuario Sagrado, por la Tienda de las Citas y el altar. (Levítico 16, 32)

  • Siendo señor en medio de su pueblo, toda mancha suya profana su pueblo. (Levítico 21, 4)

  • Josué, hijo de Nun, servidor de Moisés desde su juventud, tomó la palabra: "¡Mi señor Moisés, prohíbeselo! (Números 11, 28)

  • Aarón le dijo entonces a Moisés: "Te lo suplico, Señor, no nos hagas pagar este pecado, esta locura de la que estábamos poseídos. (Números 12, 11)

  • ¡Demuestra más bien tu fuerza, mi Señor! Tú has dicho muy bien: (Números 14, 17)

  • Los hijos de Gad y los hijos de Rubén contestaron: «Tus siervos harán como mi señor manda; (Números 32, 25)

  • pero tus siervos, todos los que llevan armas, pasarán delante de Yavé para ir a la guerra, como dice mi señor.» (Números 32, 27)

  • Salvará a este hombre de la mano del vengador de la sangre y lo hará volver a la ciudad de asilo en la que se refugió. Allí vivirá hasta la muerte del sumo sacerdote ungido con el óleo santo. (Números 35, 25)

  • 'Yavé, mi señor, tú has comenzado a manifestar tu grandeza y tu mano fuerte; pues ¿qué Dios hay en los cielos o en la tierra que pueda hacer obras y hazañas como las tuyas? (Deuteronomio 3, 24)

  • Supliqué a Yavé y le dije: «Ah, Señor Dios, no destruyas a ese pueblo que es tu propio pueblo, y que te ganaste con tu poderío, a los que sacaste de Egipto con mano firme. (Deuteronomio 9, 26)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina