1. Al maestro de coro. Salmo de David

2. Dichoso el que se preocupa del débil y del pobre, en el día de la desgracia el Señor lo salvará.

3. El Señor lo guardará vivo y feliz sobre la tierra, y no lo entregará al capricho de sus enemigos.

4. El Señor lo cuidará en su lecho de dolor, le cambiará de continuo la cama durante la enfermedad.

5. Yo he dicho: "Señor, ten piedad de mí, cúrame, pues te he ofendido".

6. Mis enemigos me auguran la desgracia: "¿Cuándo se morirá y desaparecerá su nombre?".

7. Si alguien me viene a ver, dice mentiras, se fija en los síntomas funestos, y al salir lo publica.

8. Todos a una mis enemigos cuchichean contra mí, haciendo sobre mí funestas previsiones:

9. "Un mal siniestro ha caído sobre él: está acostado, no se levantará ya más".

10. Hasta mi amigo íntimo, en quien yo confiaba, el que comía mi mismo pan, ha levantado contra mí su calcañar.

11. Mas tú, Señor, ten piedad de mí; levántame, que yo les daré su merecido.

12. En esto conoceré que tú me amas: si mi enemigo no triunfa sobre mí.

13. Tú me sostendrás, porque soy inocente, me tendrás en tu presencia eternamente.

14. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde siempre y por siempre. ¡Amén! ¡Amén!





“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina