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Un príncipe falto de sentido multiplica las extorsiones, el que aborrece la avaricia prolongará sus días. (Proverbios 28, 16)
Muchos buscan el favor del príncipe, pero el derecho de cada uno viene del Señor. (Proverbios 29, 26)
Sin darme cuenta, mi deseo me llevaba en los carros de mi pueblo, con mi príncipe. (Cantar 6, 12)
Coro: ¡Qué bellos son tus pies en las sandalias, hija de príncipe! Como collares las curvas de tus caderas, obra de las manos de un artista. (Cantar 7, 2)
Y quedó reducido al más pequeño de los pueblos, con un príncipe de la casa de David. Algunos de ellos obraron el bien; otros multiplicaron los pecados. (Eclesiástico 48, 16)
Que un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; sobre sus hombros el imperio, y su nombre será: Consejero admirable, Dios potente, Padre eterno, Príncipe de la paz, (Isaías 9, 5)
Luego el rey ordenó al príncipe Yeragmeel, a Serayas, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de Abdeel, prender a Baruc, el secretario, y a Jeremías, el profeta. Pero el Señor los había escondido. (Jeremías 36, 26)
Entonces ellos agarraron a Jeremías y lo arrojaron en la cisterna del príncipe Malquías, situada en el patio de la guardia, bajándolo con cuerdas. En la cisterna no había agua, sino fango, y Jeremías se hundió en él. (Jeremías 38, 6)
Todos los oficiales del rey de Babilonia entraron y establecieron sus cuarteles en la puerta del medio: Nergal-Sareser, príncipe de Samgar, oficial mayor; Nebusasbán, alto dignatario, y todos los demás oficiales del rey de Babilonia. (Jeremías 39, 3)
El rey estará en duelo, el príncipe sumido en la desolación, las manos de la gente del pueblo temblarán. Yo los trataré según su proceder y los juzgaré según su manera de juzgar, y sabrán que yo soy el Señor". (Ezequiel 7, 27)
"Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Esto dice el Señor Dios: Tu corazón se ha enorgullecido y has dicho: Un dios soy yo, en la morada de un dios habito, en medio del mar. Tú, que eres un hombre y no un dios, has equiparado tu corazón al corazón de Dios. (Ezequiel 28, 2)
"Hijo de hombre, entona una elegía sobre el príncipe de Tiro. Le dirás: Esto dice el Señor Dios: Tú eras el dechado de la perfección, lleno de sabiduría y de espléndida belleza. (Ezequiel 28, 12)