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sálvame de las fauces del león, mi pobre vida de los cuernos del búfalo. (Salmos 22, 22)
esto le agradará a Dios más que un toro, más que un novillo con cuernos y pezuñas. (Salmos 69, 32)
porque vosotros habéis empujado con el flanco y el lomo, con los cuernos habéis topado a las más débiles hasta echarlas fuera; (Ezequiel 34, 21)
El fogón, de dos metros de altura, y de su ángulo emergían cuatro cuernos. (Ezequiel 43, 15)
Tomarás de su sangre y rociarás los cuatro cuernos del altar, los cuatro ángeles del zócalo y el bordillo que rodea la base. Ésta será la purificación del altar y su expiación. (Ezequiel 43, 20)
A continuación, y siempre en mi visión nocturna, vi una cuarta bestia terrible, espantosa, extraordinariamente fuerte. Tenía enormes dientes de hierro, comía y trituraba, y lo sobrante lo pisoteaba con sus patas; era diferente de todas las otras bestias que la habían precedido y tenía diez cuernos. (Daniel 7, 7)
Yo miraba los cuernos y observé que de en medio de ellos despuntaba otro cuerno, y que tres de los diez precedentes le eran arrancados para dar cabida a aquél. Vi también que el nuevo cuerno tenía ojos como los de un hombre y una boca que decía cosas monstruosas. (Daniel 7, 8)
Pregunté también acerca de los diez cuernos que había en su cabeza y del cuerno que despuntó y ante el cual habían caído tres, de aquel cuerno que tenía ojos y una boca que profería palabras monstruosas y que aparecía mayor que los otros cuernos. (Daniel 7, 20)
Los diez cuernos significan que de este reino surgirán diez reyes, y que después de ellos surgirá otro, distinto de los precedentes, que derribará a tres de ellos. (Daniel 7, 24)
Alcé los ojos, y vi un carnero que estaba delante del río: tenía dos cuernos, uno más alto que otro. El más alto había despuntado más tarde. (Daniel 8, 3)
Se acercó al carnero de dos cuernos que yo había visto situado delante del río, y se abalanzó contra él con todo el furor de su fuerza. (Daniel 8, 6)
Vi cómo alcanzó al carnero, cómo lo embistió, ebrio de cólera, y le quebró los dos cuernos, sin que el carnero tuviera fuerzas para hacerle frente; lo tumbó en tierra, lo pisoteó y no hubo quien librara al carnero vencido. (Daniel 8, 7)