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  • El otro cordero lo ofrecerás a la hora del crepúsculo, con una oblación y una libación iguales a las de la mañana, como aroma agradable, como ofrenda que se quema para el Señor. (Exodo 29, 41)

  • y delante de la entrada de la Carpa del Encuentro puso el altar de los holocaustos, sobre el cual ofreció el holocausto y la oblación, conforme a la orden del Señor. (Exodo 40, 29)

  • Cuando un persona ofrezca al Señor una oblación, su ofrenda consistirá en harina de la mejor calidad; sobre ella derramará aceite y pondrá incienso. (Levítico 2, 1)

  • El resto de la oblación será para Aarón y sus hijos, como una porción santísima de las ofrendas que se queman para el Señor. (Levítico 2, 3)

  • Si presentas una oblación de alimentos cocidos al horno, la ofrenda será de harina de la mejor calidad, preparada en forma de panes sin levadura amasados con aceite, o de galletas sin levadura untadas con aceite. (Levítico 2, 4)

  • Si ofreces una oblación de alimentos fritos a la sartén, la harina estará amasada con aceite y no llevará levadura. (Levítico 2, 5)

  • Deberás cortarla en pedazos y derramar aceite sobre ella: es una oblación. (Levítico 2, 6)

  • Si ofreces una oblación de alimentos cocidos a la cacerola, la ofrenda deberá estar hecha con harina de la mejor calidad y con aceite. (Levítico 2, 7)

  • Cuando presentes al Señor una oblación preparada en cualquiera de estas formas, la llevarás al sacerdote, y él la acercará al altar; (Levítico 2, 8)

  • El resto de la oblación será para Aarón y sus hijos, como un porción santísima de las ofrendas que se queman para el Señor. (Levítico 2, 10)

  • En cambio, sazonarás con sal todas las oblaciones que ofrezcas. Nunca dejarás que falte a tu oblación la sal de la alianza de tu Dios: sobre todas tus oblaciones deberás ofrecer sal. (Levítico 2, 13)

  • Si presentas al Señor una oblación de primicias, ofrecerás espigas tostadas al fuego o granos molidos de cereales recién maduros. (Levítico 2, 14)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina