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  • Con todo, tuve compasión de ellos, de manera que no los destruí ni los exterminé en el desierto. (Ezequiel 20, 17)

  • Dije entonces a sus hijos en el desierto: No sigan los preceptos de sus padres, no observen sus leyes ni se contaminen con sus ídolos. (Ezequiel 20, 18)

  • Pero también los hijos se rebelaron contra mí, no siguieron mis preceptos ni observaron mis leyes, poniéndolas en práctica -esas leyes que hacen vivir al hombre que las practica- y profanaron mis sábados. Entonces pensé derramar mi furor y desahogar mi ira contra ellos en el desierto. (Ezequiel 20, 21)

  • Pero una vez más, alcé mi mano en el desierto, para jurarles que los dispersaría entre las naciones y los diseminaría por los países, (Ezequiel 20, 23)

  • Los llevaré al desierto de los pueblos y allí entraré en juicio con ustedes cara a cara. (Ezequiel 20, 35)

  • Así como entré en juicio con sus padres en el desierto del país de Egipto, así lo haré con ustedes -oráculo del Señor-. (Ezequiel 20, 36)

  • Allí se escuchaba el ruido de una multitud despreocupada. A ellos se sumaba una cantidad de hombres, venidos de todas partes del desierto. Ellos pusieron pulseras en los brazos de las mujeres y espléndidas coronas en sus cabezas. (Ezequiel 23, 42)

  • Te arrojaré en el desierto, a ti y a todos los peces de tus Nilos; quedarás tendido en pleno campo y no serás recogido ni enterrado. Te daré como pasto a las bestias de la tierra y a los pájaros del cielo. (Ezequiel 29, 5)

  • Haré de este país un desierto desolado, y se acabará su arrogante poderío. Las montañas de Israel quedarán devastadas y nadie más pasará por ellas. (Ezequiel 33, 28)

  • Y cuando yo convierta a este país en un desierto desolado, por todas las abominaciones que han cometido, entonces se sabrá que yo soy el Señor. (Ezequiel 33, 29)

  • Yo estableceré para ellos una alianza de paz y haré desaparecer del país a las bestias feroces. Ellos habitarán seguros en el desierto y dormirán en los bosques. (Ezequiel 34, 25)

  • Tú le dirás: Así habla el Señor: ¡Aquí estoy contra ti, montaña de Seír! Yo extenderé mi mano contra ti y te convertiré en un desierto desolado. (Ezequiel 35, 3)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.” São Padre Pio de Pietrelcina