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Y nuestros enemigos decían: «Los vamos a asaltar por sorpresa antes de que se enteren. Matémoslos y no se hablará más de su proyecto.» (Nehemías 4, 5)
Cuando nuestros enemigos supieron que estábamos avisados, Dios quiso que se desbarataran sus planes, y todos volvimos a la muralla, cada cual a su trabajo. (Nehemías 4, 9)
Y seguí: «No está bien lo que ustedes hacen. ¿No quieren vivir obedeciendo a nuestro Dios? ¿Quieren imitar las prácticas vergonzosas de nuestros enemigos paganos? (Nehemías 5, 9)
Sambalat, Tobías, el árabe, Guesem y los demás enemigos nuestros supieron que yo había levantado nuevamente la muralla de Jerusalén. No quedaba ningún hoyo, aunque todavía no se habían puesto las puertas. (Nehemías 6, 1)
Cuando nuestros enemigos y los pueblos vecinos lo supieron, tuvieron miedo y se acobardaron. Tuvieron que reconocer en eso la obra de Dios. (Nehemías 6, 16)
Tú los entregaste en poder de sus enemigos, que los oprimieron. Durante su opresión clamaban a ti y tú los escuchabas desde el cielo; así que, por tu inmensa bondad, les mandabas salvadores que los libraron de sus opresores. (Nehemías 9, 27)
Pero cuando se apartaron del camino que les había trazado, fueron exterminados en numerosos desastres y desterrados a otros países; el Templo de su Dios fue arrasado y sus ciudades tomadas por los enemigos. (Judit 5, 18)
Desanimados, clamaron los israelitas al Señor, su Dios, al ver que los rodeaban sus enemigos sin que pudieran escapar. (Judit 7, 19)
Cuando llegaron a su casa les dijo: «Escúchenme, jefes de Betulia. No están bien las palabras que han pronunciado delante del pueblo, cuando incluso han jurado ante Dios que entregarían la ciudad a nuestros enemigos si en el plazo convenido el Señor no les enviaba socorro. (Judit 8, 11)
Si no quiere socorrernos en el plazo de cinco días, tiene poder para salvarnos en cualquier otro momento, como lo tiene para destruirnos en presencia de nuestros enemigos. (Judit 8, 15)
por lo cual, en castigo, nuestros padres fueron entregados a la espada y al saqueo, y murieron en forma desastrosa ante sus enemigos. (Judit 8, 19)
Esta noche estén en la puerta de la ciudad. Yo saldré con mi sirvienta y, antes del plazo que se han fijado para entregar la ciudad a nuestros enemigos, el Señor, por mi medio, visitará a Israel. (Judit 8, 33)