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Los carros del Faraón y su ejército precipitó en el mar; la flor de sus guerreros se la tragó el mar Rojo. (Exodo 15, 4)
Zébaj y Salmuná estaban en Carcor con sus ejércitos, alrededor de quince mil hombres, todos los que habían quedado del ejército del oriente. Habían caído ciento veinte mil guerreros. (Jueces 8, 10)
A los israelitas no les impuso trabajos forzados: ellos eran sus guerreros, cortesanos, generales, prefectos y capitanes de carros y caballería. (I Reyes 9, 22)
Los hijos de Rubén, los de Gad y la media tribu de Manasés, hombres guerreros, portadores del escudo y de la espada, diestros en el manejo del arco y hábiles en el arte de la guerra, en número de 44.760, aptos para las armas, (I Crónicas 5, 18)
Todos éstos eran hijos de Aser, jefes de casas patriarcales, gente selecta y guerreros valerosos, jefes de príncipes; los registrados por genealogías, aptos para la guerra y el combate, sumaban 26.000 hombres. (I Crónicas 7, 40)
Los hijos de Ulán eran guerreros valerosos, diestros en el manejo del arco; tuvieron muchos hijos y nietos, hasta 150. Todos éstos fueron descendientes de Benjamín. (I Crónicas 8, 40)
También algunos gaditas se unieron a David cuando estaba en el refugio del desierto. Eran hombres valerosos, hombres guerreros, prontos al combate, hábiles en el manejo del escudo y de la lanza, semejantes a leones y ligeros como las gacelas de los montes. (I Crónicas 12, 9)
de la tribu de Efraín, 20.800 guerreros valientes y hombres ilustres de su casa patriarcal; (I Crónicas 12, 31)
A los israelitas no les impuso trabajos forzados; éstos eran sus guerreros, cortesanos, generales, prefectos y capitanes de los carros y la caballería. (II Crónicas 8, 9)
A sus órdenes estaban las tropas del ejército, trescientos siete mil guerreros valerosos, prontos a defender al rey contra los enemigos. (II Crónicas 26, 13)
Pécaj, hijo de Romelía, mató en un solo día ciento veinte mil hombres de Judá, guerreros valerosos; todo porque habían abandonado al Señor, el Dios de sus padres. (II Crónicas 28, 6)
Luego regresó a Nínive con sus tropas y con toda la incontable multitud de guerreros que le habían seguido, y durante ciento veinte días se dedicaron a descansar y a comer. (Judit 1, 16)