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  • Y haré pasar por el fuego a esta tercera parte: la purificaré como se purifica la plata, y la probaré como se prueba el oro. Él invocará mi nombre, y yo le escucharé; yo diré: "Éste es mi pueblo", y él dirá: "El Señor es mi Dios". (Zacarías 13, 9)

  • ¿Quién podrá soportar el día de su venida? ¿Quién subsistirá cuando aparezca? Será como el fuego del fundidor y como la lejía de las lavanderas. (Malaquías 3, 2)

  • Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego. (Mateo 3, 10)

  • Yo os bautizo en agua para que os arrepintáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y yo no soy digno de descalzarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. (Mateo 3, 11)

  • Tiene en su mano el bieldo, limpiará su era y recogerá su trigo en el granero; pero quemará la paja con fuego que no se apaga nunca". (Mateo 3, 12)

  • Pero yo os digo que el que se irrite con su hermano será llevado a juicio; el que insulte a su hermano será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo injurie gravemente será llevado al fuego. (Mateo 5, 22)

  • Por tanto, si tu ojo derecho te pone en peligro de pecar, arráncatelo y tíralo, porque te conviene perder uno de tus miembros antes que todo tu cuerpo sea arrojado al fuego. (Mateo 5, 29)

  • Y si tu mano derecha te pone en peligro de pecar, córtatela y tírala, porque te conviene perder uno de tus miembros antes que todo tu cuerpo vaya al fuego". (Mateo 5, 30)

  • Pues si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy es y mañana se la echa al fuego, ¿no hará más por vosotros, hombres de poca fe? (Mateo 6, 30)

  • Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. (Mateo 7, 19)

  • No tengáis miedo de los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien al que puede perder el alma y el cuerpo en el fuego. (Mateo 10, 28)

  • Como se recoge la cizaña y se quema en el fuego, así también será al fin del mundo. (Mateo 13, 40)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina