1. Salmo. De David. Cuando huía de su hijo Absalón.

2. Yahveh, ¡cuán numerosos son mis adversarios, cuántos los que se alzan contra mí!

3. ¡Cuántos los que dicen de mi vida: «No hay salvación para él en Dios!»

4. Mas tú, Yahveh, escudo que me ciñes, mi gloria, el que realza mi cabeza.

5. A voz en grito clamo hacia Yahveh, y él me responde desde su santo monte.

6. Yo me acuesto y me duermo, me despierto, pues Yahveh me sostiene.

7. No temo a esas gentes que a millares se apostan en torno contra mí.

8. ¡Levántate, Yahveh! ¡Dios mío, sálvame! Tú hieres en la mejilla a todos mis enemigos, los dientes de los impíos tú los rompes.

9. De Yahveh la salvación. Tu bendición sobre tu pueblo. Pausa





“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina