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Así habla el Señor: Sí, yo cambiaré la suerte de las carpas de Jacob y tendré compasión de sus moradas; la ciudad será reconstruida sobre sus escombros y el palacio se levantará en su debido lugar. (Jeremías 30, 18)
Porque así habla el Señor: ¡Griten jubilosos por Jacob, aclamen a la primera de las naciones! Háganse oír, alaben y digan: "¡El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel!". (Jeremías 31, 7)
Porque el Señor ha rescatado a Jacob, lo redimió de una mano más fuerte que él. (Jeremías 31, 11)
entonces también rechazaré a la descendencia de Jacob y de David, mi servidor, no tomando de ella jefes para el linaje de Abraham, de Isaac y de Jacob. Pero no, yo cambiaré su suerte y me compadeceré de ellos. (Jeremías 33, 26)
¡Y tú no temas, servidor mío Jacob, no te espantes, Israel! Porque yo te salvaré de un país lejano, y a tu descendencia, del país de su cautiverio. Jacob volverá y vivirá en calma, tranquilo y sin que nadie lo perturbe. (Jeremías 46, 27)
Tú no temas, servidor mío Jacob -oráculo del Señor-, porque yo estoy contigo. Sí, yo aniquilaré a todas las naciones adonde yo mismo te expulsé, pero a ti no te aniquilaré: te corregiré con equidad, aunque no te dejaré impune. (Jeremías 46, 28)
¡Huyan, vuelvan la espalda, escóndanse bajo tierra, habitantes de Dedán, porque yo atraigo la ruina sobre Esaú, es el momento de dar cuenta! (Jeremías 49, 8)
Sí, yo mismo desnudé a Esaú, puse al descubierto sus escondites, y no puede ocultarse. Su raza y sus hermanos han sido devastados, sus vecinos ya no existen. (Jeremías 49, 10)
Pero no es como ellos la Parte de Jacob, porque él ha modelado todas las cosas; Israel es la tribu de su herencia, su nombre es Señor de los ejércitos. (Jeremías 51, 19)
Sión extiende sus manos, pero nadie la consuela. El Señor dio órdenes contra Jacob a sus adversarios de alrededor. Jerusalén ha llegado a ser una cosa inmunda en medio de ellos. (Lamentaciones 1, 17)
El Señor devoró sin piedad todas las moradas de Jacob; derribó en su indignación las fortalezas de la hija de Judá; echó por tierra y profanó el reino y sus príncipes. (Lamentaciones 2, 2)
Abatió, en el ardor de su ira, toda la fuerza de Israel; retiró su mano derecha frente al enemigo; encendió en Jacob una llama como de fuego que devora a su alrededor. (Lamentaciones 2, 3)