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Los hijos de Sedecías fueron degollados a su vista, y a él le sacó los ojos, encandenándolo con una doble cadena de bronce para llevarlo a Babilonia. (2 Reyes 25, 7)
Los caldeos rompieron las columnas de bronce, las basas y la pileta de bronce de la Casa de Yavé, llevándose todo el bronce a Babilonia. (2 Reyes 25, 13)
A todos éstos Nebuzardán, jefe del ejército, los tomó y los llevó a Ribla, donde el rey de Babilonia. (2 Reyes 25, 20)
El rey de Babilonia los ejecutó en Ribla, en el país de Jamat. Entonces fue desterrado Judá lejos de su tierra. (2 Reyes 25, 21)
Al pueblo que quedó en la tierra de Judá y que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había dejado, le puso por gobernador a Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safán. (2 Reyes 25, 22)
Todos los jefes del ejército y sus hombres supieron que el rey de Babilonia había puesto por gobernador a Godolías y fueron donde él a Mizpá: Ismael, hijo de Netanías, Jojanán, hijo de Careaj; Seraías, hijo de Tanjumet el netofita; Jazanías, hijo de Macati, ellos y sus hombres. (2 Reyes 25, 23)
Godolías les declaró con juramento a ellos y a sus hombres: «No teman estar al servicio de los caldeos, quédense en el país y sirvan al rey de Babilonia, y les irá bien.» (2 Reyes 25, 24)
En el año treinta y siete de la deportación de Joaquín, rey de Judá, en el mes decimosegundo, el día veintisiete, Evil-Merodac, rey de Babilonia, el mismo año que comenzó a reinar, tuvo compasión de Joaquín y lo sacó de la cárcel. (2 Reyes 25, 27)
Le habló con amistad y le dio un trato superior al que daba a los demás reyes vencidos que tenía con él en Babilonia. (2 Reyes 25, 28)
Todos los israelitas estaban registrados en las genealogías e inscritos en el Libro de los Reyes de Israel. En cuanto a los de Judá, fueron deportados a Babilonia por sus infidelidades de la Ley. (1 Crónicas 9, 1)
Sin embargo, cuando los príncipes de Babilonia enviaron embajadores para enterarse de la señal maravillosa ocurrida en el país, Yavé lo abandonó para probarlo y descubrir todo lo que tenía en su corazón. (2 Crónicas 32, 31)
Entonces Yavé hizo venir sobre ellos a los jefes del ejército del rey de Asur, que apresaron a Manasés con ganchos, lo ataron con cadenas de bronce y lo llevaron a Babilonia. (2 Crónicas 33, 11)