Encontrados 897 resultados para: Jerusalén

  • Tenía cuarenta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. Su madre, hija de Omrí, rey de Israel, se llamaba Atalía. (II Reyes 8, 26)

  • Sus servidores lo transportaron en un carro a Jerusalén y lo sepultaron en su sepulcro, con sus padres, en la ciudad de David. (II Reyes 9, 28)

  • Empezó a reinar el año séptimo de Jehú, y reinó cuarenta años en Jerusalén. Su madre se llamaba Sibía, de Berseba. (II Reyes 12, 2)

  • Jazael, rey de Siria, fue a atacar a Gat y la conquistó; luego se dispuso a ir contra Jerusalén. (II Reyes 12, 18)

  • Pero Joás, rey de Judá, tomó todas las ofrendas que habían hecho al templo sus antepasados Josafat, Jorán y Ocozías, reyes de Judá, y las que él mismo había hecho, y todo el oro que había en el templo del Señor y en el palacio real, y se lo mandó todo a Jazael, rey de Siria, el cual se retiró de Jerusalén. (II Reyes 12, 19)

  • Tenía veinticinco años cuando subió al trono, y reinó veintinueve años en Jerusalén. Su madre se llamaba Yeoadán, de Jerusalén. (II Reyes 14, 2)

  • Joás, rey de Israel, hizo prisionero en Bet Semes a Amasías, rey de Judá; luego llegó a Jerusalén y abrió en sus murallas una brecha de doscientos metros, desde la puerta de Efraín hasta la puerta del ángulo; (II Reyes 14, 13)

  • Tramaron contra él una conjura en Jerusalén, y huyó a Laquis, donde lo persiguieron y lo mataron. (II Reyes 14, 19)

  • Lo transportaron sobre caballos y lo enterraron con sus padres en Jerusalén, la ciudad de David. (II Reyes 14, 20)

  • Tenía dieciséis años cuando comenzó a reinar, y reinó cincuenta y dos años en Jerusalén. Su madre se llamaba Yecolía, de Jerusalén. (II Reyes 15, 2)

  • Tenía veinticinco años cuando subió al trono, y reinó dieciséis años en Jerusalén. Su madre, hija de Sadoc, se llamaba Yerusá. (II Reyes 15, 33)

  • Tenía veinte años cuando subió al trono, y reinó dieciséis años en Jerusalén; no hizo lo que es justo a los ojos del Señor, su Dios, como su padre David, (II Reyes 16, 2)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.” São Padre Pio de Pietrelcina