Encontrados 1169 resultados para: templo de Jerusalén

  • Al día siguiente, Pablo tomó consigo a esos hombres, se purificó con ellos y entró en el Templo. Allí hizo saber cuándo concluiría el plazo fijado para la purificación, es decir, cuándo debía ofrecerse la oblación por cada uno de ellos. (Hechos 21, 26)

  • Casi al final de los siete días, cuando los judíos venidos de Asia vieron a Pablo en el Templo, amotinaron a la multitud y se apoderaron de él, (Hechos 21, 27)

  • gritando: «¡Socorro, israelitas! Este es el hombre que predica a todos y en todas partes contra nuestro pueblo, contra la Ley y contra este Templo, y ahora ha llegado a introducir en él a los paganos, profanando este lugar santo». (Hechos 21, 28)

  • Decían esto porque antes habían visto con él en la ciudad a Trófimo de Éfeso, y creían que Pablo lo había introducido en el Templo. (Hechos 21, 29)

  • La ciudad entera se alborotó, y de todas partes acudió el pueblo. Se apoderaron de Pablo, lo sacaron fuera del Templo y cerraron inmediatamente las puertas. (Hechos 21, 30)

  • Ya iban a matarlo, cuando llegó al tribuno de la cohorte la noticia de que toda Jerusalén estaba convulsionada. (Hechos 21, 31)

  • el Sumo Sacerdote y el Consejo de los ancianos son testigos de esto. Ellos mismos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y yo me dirigí allá con el propósito de traer encadenados a Jerusalén a los que encontrara en esa ciudad, para que fueran castigados. (Hechos 22, 5)

  • De vuelta a Jerusalén, mientras oraba en el Templo, caí en éxtasis (Hechos 22, 17)

  • y vi al Señor que me decía: "Aléjate rápidamente de Jerusalén, porque ellos no recibirán el testimonio que tú darás de mí". (Hechos 22, 18)

  • A la noche siguiente, el Señor se apareció a Pablo y le dijo: «Ánimo, así como has dado testimonio de mí en Jerusalén, también tendrás que darlo en Roma». (Hechos 23, 11)

  • Ha intentado incluso profanar el Templo, y por eso, nosotros lo detuvimos. Queríamos juzgarlo de acuerdo con nuestra Ley, (Hechos 24, 6)

  • Como tú mismo puedes averiguarlo, no hace todavía doce días que subí en peregrinación a Jerusalén (Hechos 24, 11)


O maldito “eu” o mantém apegado à Terra e o impede de voar para Jesus. São Padre Pio de Pietrelcina