Encontrados 127 resultados para: señal de Gedeón

  • Zébaj y Salmuná dijeron: "Mátanos tú, porque un hombre se mide por su valor". Gedeón se levantó, mató a Zébaj y a Salmuná, y se guardó los adornos que sus camellos llevaban en el cuello. (Jueces 8, 21)

  • Los hombres de Israel dijeron a Gedeón: "Gobiérnanos tú, y que después de ti nos gobiernen tu hijo y tu nieto, porque nos salvaste del poder de Madián". (Jueces 8, 22)

  • Pero Gedeón les respondió: "Ni yo los gobernaré ni tampoco mi hijo; sólo el Señor los gobernará". (Jueces 8, 23)

  • Con todo eso, Gedeón hizo un efod, y lo instaló en su ciudad, en Ofrá. Todo Israel fue a prostituirse allí, delante del efod, que se convirtió en una trampa para Gedeón y su familia. (Jueces 8, 27)

  • Madián quedó humillado delante de los israelitas, y no volvió a levantar cabeza. El país estuvo tranquilo durante cuarenta años, mientras vivió Gedeón. (Jueces 8, 28)

  • Gedeón tuvo setenta hijos propios, porque tenía muchas mujeres. (Jueces 8, 30)

  • Gedeón, hijo de Joás, murió después de una feliz vejez, y fue enterrado en la tumba de su padre Joás, en Ofrá de Abiézer. (Jueces 8, 32)

  • Después de la muerte de Gedeón, los israelitas volvieron a prostituirse ante los Baales y tomaron como dios a Baal Berit. (Jueces 8, 33)

  • Y no agradecieron a la casa de Ierubaal Gedeón todo el bien que él había hecho a Israel. (Jueces 8, 35)

  • Y te servirá de señal lo que les sucederá a tus hijos Jofní y Pinjás: ambos morirán el mismo día. (I Samuel 2, 34)

  • Luego dio a la tropa la señal de partida: un tercio iba a las órdenes de Joab, un tercio a las órdenes de Abisai, hijo de Seruiá y hermano de Joab, y el otro tercio a las órdenes de Itai, el de Gat. El rey dijo a la tropa: "Yo también saldré con ustedes". (II Samuel 18, 2)

  • Ese mismo día, el hombre de Dios dio una señal, diciendo: "Esta es la señal de que ha hablado el Señor: el altar se va a resquebrajar, y se desparramará la ceniza grasienta que hay sobre él". (I Reyes 13, 3)


“Todas as graças que pedimos no nome de Jesus são concedidas pelo Pai eterno.” São Padre Pio de Pietrelcina