Encontrados 936 resultados para: muros de Jerusalén
Llegó a Jerusalén con un séquito imponente, con camellos cargados de perfumes, de muchísimo oro y de piedras preciosas. Cuando se presentó ante Salomón, le expuso todo lo que tenía pensado decirle. (I Reyes 10, 2)
Salomón reunió también carros y caballos: llegó a tener mil cuatrocientos carros y doce mil caballos, que acantonó en las ciudades de guarnición y en Jerusalén, junto a él. (I Reyes 10, 26)
El rey hizo que la plata fuera en Jerusalén tan común como las piedras, y que la madera de cedro fuera tan abundante como los sicómoros de la Sefelá. (I Reyes 10, 27)
Fue entonces cuando Salomón erigió, sobre la montaña que está al este de Jerusalén, un lugar alto dedicado a Quemós, el abominable ídolo de Moab, y a Milcóm, el ídolo de los amonitas. (I Reyes 11, 7)
Pero no le arrancaré todo el reino, sino que le daré a tu hijo una tribu, por consideración a mi servidor David y a Jerusalén, la que yo elegí". (I Reyes 11, 13)
En cierta ocasión, Jeroboám salió de Jerusalén y lo encontró en el camino el profeta Ajías, de Silo; este iba cubierto con un manto nuevo, y los dos estaban solos en el campo. (I Reyes 11, 29)
Una sola tribu será para él, por consideración a mi servidor David y a Jerusalén, la ciudad que yo elegí entre todas las tribus de Israel. (I Reyes 11, 32)
y a su hijo una sola, a fin de que mi servidor David tenga siempre una lámpara ante mí en Jerusalén, la ciudad que yo me elegí para poner mi Nombre en ella. (I Reyes 11, 36)
El rey Roboám envió a Adorám, el encargado del reclutamiento, pero todos los israelitas lo mataron a pedradas. Y el mismo rey Roboám tuvo que subir precipitadamente a su carro y huir a Jerusalén. (I Reyes 12, 18)
Mientras tanto, Roboám llegó a Jerusalén y convocó a toda la casa de Judá y a la tribu de Benjamín -ciento ochenta mil guerreros adiestrados- para ir a combatir contra la casa de Israel y restituir el reino a Roboám, hijo de Salomón. (I Reyes 12, 21)
Si este pueblo sube a ofrecer sacrificios a la Casa de Dios en Jerusalén, terminarán por ponerse de parte de Roboám, rey de Judá, su señor; entonces me matarán a mí y se volverán a Roboám, rey de Judá". (I Reyes 12, 27)
Y después de haber reflexionado, el rey fabricó dos terneros de oro y dijo al pueblo: "¡Basta ya de subir a Jerusalén! Aquí está tu Dios, Israel, el que te hizo subir del país de Egipto". (I Reyes 12, 28)