Encontrados 278 resultados para: Abraham e Ismael

  • Pero Abraham volvió a insistir: "Quizá no sean más que cuarenta". Y el Señor respondió: "No lo haré por amor a esos cuarenta". (Génesis 18, 29)

  • "Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no lo tome a mal si continúo insistiendo. Quizá sean solamente treinta". Y el Señor respondió: "No lo haré si encuentro allí a esos treinta". (Génesis 18, 30)

  • Abraham insistió: "Una vez más, me tomo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Tal vez no sean más que veinte". "No la destruiré en atención a esos veinte", declaró el Señor. (Génesis 18, 31)

  • "Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no se enoje si hablo por última vez. Quizá sean solamente diez". "En atención a esos diez, respondió, no la destruiré". (Génesis 18, 32)

  • Apenas terminó de hablar con él, el Señor se fue, y Abraham regresó a su casa. (Génesis 18, 33)

  • A la madrugada del día siguiente, Abraham regresó al lugar donde había estado en la presencia del Señor. (Génesis 19, 27)

  • Así, cuando Dios destruyó las ciudades de la región baja, se acordó de Abraham, librando a Lot de la catástrofe con que arrasó las ciudades donde él había vivido. (Génesis 19, 29)

  • Desde allí, Abraham se trasladó a la zona del Négueb y se estableció entre Cades y Sur. Después fue a Guerar, para quedarse allí por un tiempo. (Génesis 20, 1)

  • Abraham decía de Sara, su esposa: "Es mi hermana". Entonces Abimélec, el rey de Guerar, mandó que le llevaran a Sara. (Génesis 20, 2)

  • Entonces Abimélec llamó a Abraham y le dijo: "¿Qué nos has hecho? ¿En qué te he ofendido, para que nos expusieras, a mí y a mi reino, a cometer un pecado tan grave? Tú has hecho conmigo lo que no se debe". (Génesis 20, 9)

  • Abraham respondió: "Yo pensaba que seguramente en este lugar no había temor de Dios, y que me matarían a causa de mi mujer. (Génesis 20, 11)

  • Abimélec tomó ovejas y vacas, esclavos y esclavas, y se los dio a Abraham; y también le devolvió a Sara, su esposa. (Génesis 20, 14)


“Submeter-se não significa ser escravo, mas ser livre para receber santos conselhos.” São Padre Pio de Pietrelcina