Encontrados 842 resultados para: vida espiritual

  • Pero habrán de traerme a su hermano menor para que yo compruebe que es cierto lo que ustedes me han dicho; y así podrán salvar su vida.» Así se hizo, (Génesis 42, 20)

  • Pero Rubén dijo a su padre: «Quita la vida a mis dos hijos si no te lo devuelvo. Confíamelo a mi, y yo te lo traigo de vuelta.» (Génesis 42, 37)

  • Pero no se apenen ni les pese por haberme vendido, porque Dios me ha enviado aquí delante de ustedes para salvarles la vida. (Génesis 45, 5)

  • Jacob respondió: «Los años de mi peregrinación son ciento treinta. Pocos y malos han sido los días de mi vida, y no han llegado a igualar los años de vida de mis padres durante su peregrinación.» (Génesis 47, 9)

  • Ellos respondieron: «Puesto que nos has salvado la vida, sírvete aceptarnos como esclavos de Faraón.» (Génesis 47, 25)

  • Jacob vivió en Egipto diecisiete años de los ciento cuarenta y siete que duró su vida. (Génesis 47, 28)

  • Y cuando los días de su vida se acercaron a su fin, llamó a su hijo José y le dijo: «Si me aprecias de veras, te ruego que coloques tu mano bajo mi muslo, y me prometas que no me sepultarás en Egipto; en esto reconoceré tu amor y fidelidad. (Génesis 47, 29)

  • Ustedes quisieron hacerme daño, pero Dios quiso convertirlo en bien para que se realizara lo que hoy ven: conservar la vida de un pueblo numeroso. (Génesis 50, 20)

  • Les amargaron la vida con duros trabajos de arcilla y ladrillos, con toda clase de labores campesinas y toda clase de servidumbres que les imponían por la fuerza. (Exodo 1, 14)

  • «Cuando asistan a las hebreas, y ellas se pongan de cuclillas sobre las dos piedras, fíjense bien: si es niño, háganlo morir; y si es niña, déjenla con vida.» (Exodo 1, 16)

  • Pero las parteras temían a Dios, y no hicieron lo que les había mandado el rey de Egipto, sino que dejaron con vida a los niños. (Exodo 1, 17)

  • Entonces el rey llamó a las parteras y les dijo: «¿Por qué han actuado así, dejando con vida a los niños?» (Exodo 1, 18)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina