Encontrados 760 resultados para: nuevo corazón
Jefté mandó de nuevo mensajeros al rey de los amonitas y le dijo: (Jueces 11, 14)
A la tercera vez Dalila le dijo: «Tú dices que me amas, pero tu corazón no está conmigo. Pues por tres veces te burlaste de mí y no me confiesas de dónde te viene tanta fuerza.» (Jueces 16, 15)
Su marido se puso en camino y fue a visitarla para hablarle al corazón y hacerla volver a su casa. Llevaba consigo un muchacho y dos burros. Ella lo hizo entrar en la casa de su padre, el cual se alegró de verlo. (Jueces 19, 3)
Les repito, regresen a sus hogares, pues yo soy ya vieja para casarme de nuevo. Y aunque tuviera la remota esperanza de casarme esta misma noche y de tener hijos, (Rut 1, 12)
Entonces Ana respondió: «No, señor, yo no he tomado ni vino ni cerveza; yo soy sólo una mujer apenada que desahoga su corazón ante Yavé. (1 Samuel 1, 15)
Yo me elegiré un sacerdote fiel que obre según mi corazón y mis deseos, le daré una descendencia sólida y duradera y caminará siempre en presencia del rey que yo me haya elegido. (1 Samuel 2, 35)
Apenas Saúl se alejó de Samuel, Dios le cambió el corazón y todas las señales se realizaron ese mismo día. (1 Samuel 10, 9)
Pero Samuel les contestó: «No teman. Es cierto que han hecho esa maldad. Pero ahora, no se alejen de Yavé y sírvanlo con todo su corazón, (1 Samuel 12, 20)
Teman sólo a Yavé y sírvanlo con todo su corazón, pues han visto las maravillas que ha realizado en medio de ustedes. Pero, si se portan mal, perecerán ustedes y su rey.» (1 Samuel 12, 24)
la rebeldía es tan grave como el pecado de los adivinos; tener el corazón porfiado es como guardar ídolos. Puesto que tú has descartado la orden de Yavé, él te ha descartado como rey.» (1 Samuel 15, 23)
Pero Yavé dijo a Samuel: «No mires su apariencia ni su gran estatura, porque lo he descartado. Pues la mirada de Dios no es la del hombre; el hombre mira las apariencias, pero Yavé mira el corazón.» (1 Samuel 16, 7)
Luego le insistió de nuevo con juramento en nombre del amor que le tenía, ya que lo quería como a su propia alma. (1 Samuel 20, 17)