Encontrados 204 resultados para: monte Sinaí

  • Y sabrán que yo soy Yavé, su Dios, que habito en Sión, mi monte santo, y Jerusalén será un lugar santo por el que no pasará extranjero. (Joel 4, 17)

  • Así como ustedes bebieron sobre mi monte santo, así van a beber, naciones que me rodean; beberán hasta que pierdan los sentidos, y serán luego como si no hubieran sido. (Abdías 1, 16)

  • Pero en el monte de Sión habrá supervivientes, que será un lugar santo, y el pueblo de Jacob recobrará su heredad. (Abdías 1, 17)

  • subirán victoriosos al monte Sión para gobernar de allí a los cerros de Esaú. Entonces Yavé reinará. (Abdías 1, 21)

  • De las cojas salvaré un resto, y haré de las extraviadas una nación poderosa. Reinaré sobre ellas en el monte Sión, desde ahora y para siempre. (Miqueas 4, 7)

  • Viene Dios de Temán, el Santo, desde el monte Parán. Su majestad envuelve los cielos y su Gloria repleta la tierra. (Habacuc 3, 3)

  • Vayan al monte a buscar madera y reconstruyan la Casa. Con eso yo seré feliz y me sentiré muy honrado a la vez, dice Yavé. (Ageo 1, 8)

  • A continuación lo llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todas las naciones del mundo con todas sus grandezas y maravillas. (Evangelio según San Mateo 4, 8)

  • Jesús, al ver toda aquella muchedumbre, subió al monte. Se sentó y sus discípulos se reunieron a su alrededor. (Evangelio según San Mateo 5, 1)

  • Ustedes son la luz del mundo: ¿cómo se puede esconder una ciudad asentada sobre un monte? (Evangelio según San Mateo 5, 14)

  • Jesús, pues, bajó del monte, y empezaron a seguirlo muchedumbres. (Evangelio según San Mateo 8, 1)

  • Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte alto. (Evangelio según San Mateo 17, 1)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina