Encontrados 90 resultados para: angustia

  • Después subiremos a Betel. Allí edificaré un altar al Dios que me oyó el día de mi angustia y que me acompañó durante mi viaje.» (Génesis 35, 3)

  • Cuando estas desgracias te hayan venido encima, volverás por fin a Yavé en medio de tu angustia y harás caso a sus palabras. (Deuteronomio 4, 30)

  • Te comerás el fruto de tus entrañas, la carne de tus hijas e hijos que te haya dado Yavé, en el asedio y angustia a que te reducirá tu enemigo. (Deuteronomio 28, 53)

  • negándose a compartir con ellos la carne de los hijos que se estará comiendo, porque nada le quedará durante el asedio y la angustia a que tu enemigo te reducirá en todas tus ciudades. (Deuteronomio 28, 55)

  • Los que no murieron fueron atacados de tumores y los gritos de angustia de cada ciudad llegaban hasta el cielo. (1 Samuel 5, 12)

  • Así como he respetado hoy tu vida, así hará también Yavé conmigo y me librará de toda angustia.» (1 Samuel 26, 24)

  • Ojalá que, viendo mi angustia, Yavé se apiade de mí y cambie mi desgracia de hoy en felicidad.» (2 Samuel 16, 12)

  • En mi angustia clamé a Yavé, invoqué a mi Dios, desde su templo oyó mi voz, y mi clamor llegó a sus oídos. (2 Samuel 22, 7)

  • Ellos lo consultaron así de parte de Ezequías: «Este es un día de angustia, de castigo y de vergüenza. Los hijos están para nacer, y falta la fuerza para darlos a luz. (2 Reyes 19, 3)

  • David respondió a Gad: «Estoy en gran angustia. Pero caiga yo en manos de Yavé, porque es grande su misericordia, y no caiga en manos de los hombres.» (1 Crónicas 21, 13)

  • Si viene sobre nosotros algún mal, espada, castigo, peste o hambre, nos presentaremos delante de esa Casa y delante de ti, porque tu Nombre reside en esta Casa. Clamaremos a ti en nuestra angustia, y tú oirás y nos salvarás. (2 Crónicas 20, 9)

  • Cuando se vio en angustia, quiso aplacar a Yavé, su Dios, humillándose profundamente en presencia del Dios de sus padres. (2 Crónicas 33, 12)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina