Encontrados 233 resultados para: amistad de Jonatán

  • Cuando se acercó a Azoto, le mostraron el templo de Dagón incendiado, Azoto y sus alrededores destruidos, los cadáveres abandonados y los restos calcinados de todos aquellos que Jonatán hizo perecer en la guerra, pues los habían dispuesto en montones a lo largo del recorrido del rey. (1 Macabeos 11, 4)

  • Contaron al rey Tolomeo todo lo que Jonatán había hecho. Esperaban que lo desaprobara, pero el rey callaba. (1 Macabeos 11, 5)

  • Jonatán salió con gran pompa a Jafa para encontrar al rey. Se saludaron y pasaron allí la noche. (1 Macabeos 11, 6)

  • Por aquellos días, Jonatán reunió las tropas judías para atacar la fortaleza de Jerusalén, ocupada por los sirios, y dispuso contra ella mucha maquinaria de guerra. (1 Macabeos 11, 20)

  • Este, al saberlo, se indignó e inmediatamente se puso en marcha hasta Tolemaida. Desde allí escribió a Jonatán para que desistiera del sitio y viniera a verlo lo antes posible. (1 Macabeos 11, 22)

  • Recibido el mensaje, Jonatán mandó continuar el asedio. Luego decidió exponerse a sí mismo al peligro, y fue a ver al rey con dirigentes y sacerdotes de Israel. (1 Macabeos 11, 23)

  • Pero el rey trató a Jonatán como lo habían tratado los reyes anteriores. (1 Macabeos 11, 26)

  • Jonatán pidió al rey que dejara libres de tributos a Judea y a los tres distritos de Samaria, prometiéndole en cambio trescientos talentos. (1 Macabeos 11, 28)

  • El rey consintió y escribió a Jonatán al respecto una carta en estos términos: (1 Macabeos 11, 29)

  • «El rey Demetrio, a Jonatán, a su hermano y a toda la nación judía: paz. (1 Macabeos 11, 30)

  • Así, pues, hagan una copia de este decreto y entréguensela a Jonatán para que se deposite en el Monte Santo en un determinado lugar.» (1 Macabeos 11, 37)

  • Entre tanto, Jonatán pidió al rey que expulsara a los defensores de la ciudadela de Jerusalén y retirara las guarniciones de las fortalezas, porque estaban siempre en guerra contra Israel. (1 Macabeos 11, 41)


“De todos os que vierem pedir meu auxílio, nunca perderei nenhum!” São Padre Pio de Pietrelcina