Encontrados 364 resultados para: Israelitas

  • El que haya recogido las cenizas de la vaca lavará sus ropas y quedará impuro hasta la tarde: es una ley perpetua tanto para los israelitas como para el extranjero que vive con ustedes. (Números 19, 10)

  • No había agua para la comunidad y los Israelitas le echaron la culpa a Moisés y a Aarón. (Números 20, 2)

  • Pero Yavé dijo a Moisés y Aarón: "¡Ustedes no han tenido confianza en mí! Ya que no me glorificaron ante los Israelitas, no harán entrar a esta comunidad en la tierra que les daré". (Números 20, 12)

  • Esto pasó en las agua de Meriba; los Israelitas protestaron contra Yavé y él les manifestó su santidad. (Números 20, 13)

  • Los Israelitas le dijeron: "Iremos por el camino y si bebemos de tu agua, nosotros y nuestros rebaños, te la pagaremos. Sólo dejaremos la huella de nuestros pies". (Números 20, 19)

  • Partió de Cadés toda la comunidad de los Israelitas y llegaron al monte Hor. (Números 20, 22)

  • "Aarón tiene que ir a reunirse con sus padres, no entrará en el país que les daré a los israelitas, porque ustedes no siguieron mis órdenes en el oasis de Meriba. (Números 20, 24)

  • Entonces Dios mandó contra el pueblo serpientes-ardientes. Muchos de los Israelitas murieron por sus mordeduras. (Números 21, 6)

  • Los israelitas partieron y acamparon en Obot. (Números 21, 10)

  • Israel se apoderó de todas sus ciudades, los Israelitas se instalaron en todas las ciudades de los amoritas, en Jesbón y en sus alrededores. (Números 21, 25)

  • Moisés envió espías a Yazer. Los Israelitas se apoderaron de esa ciudad y de sus aldeas y expulsaron a los amoritas que estaban allí. (Números 21, 32)

  • Efectivamente los Israelitas lo masacraron junto con sus hijos y todo su pueblo, a tal punto que nadie quedó con vida, y se instalaron en su territorio. (Números 21, 35)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina