1. ¡El Señor reina, alégrese la tierra, regocíjense las islas numerosas!

2. Lo rodea una nube tenebrosa, justicia y derecho son la base de su trono.

3. Va avanzando un fuego delante de él, que alrededor devora a sus contrarios.

4. Sus relámpagos iluminan el mundo, la tierra lo contempla y se estremece.

5. Los montes se derriten como cera ante el que es Amo de toda la tierra;

6. los cielos proclaman su justicia y todos los pueblos ven su gloria.

7. Se avergüenzan los que adoran ídolos, los que se jactan de cosas estúpidas. ¡Todos los dioses se postran ante él!

8. Sión lo ha oído y se regocija, se festejan los pueblos de Judá a la espera, Señor, de tus sentencias.

9. Porque tú eres Señor Altísimo en toda la tierra, que destaca muy por encima de los dioses.

10. Amados del Señor, odien el mal, pues él cuida las almas de sus fieles y los libra de manos de malvados.

11. La luz ya asoma para el justo y la alegría, para los de recto corazón.

12. Alégrense, justos en el Señor, y den gracias a su santo nombre.





“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina